Sí, puede que sea un poco rara, y quizás sea eso lo que me hacer ser especial. Me gustan las personas que me hacen reír, y la sinceridad. Odia los días de lluvia,aunque me gusta ver la lluvia caer en mi ventana y esa olor a cesped mojado que se queda, adoro el sol, me gusta andar descalza por la playa y sentir el contraste de la arena caliente con las olas del mar, odio los sabelotodos y la prepotencia, la gente que se cree superior. Adoro comer chocolate, e ignorar sus calorías. Me gusta comportarme como una niña, y que entren en mi juego. Me gusta la sencillez, y que me entiendan con una mirada. Odio que me vean llorar, excepto si se trata de mi almohada. Y me encanta estar con esa persona tan especial para mi. Y alegrarles el dia a los personas que quiero con mis tonterias.

Y es que no soy normal, y me enorgullezco de ello

lunes, 5 de septiembre de 2011

Si quieres que tus sueños se vuelvan realidad, es necesario despertar.

La felicidad consiste en permitir que todos los sucesos sucedan.

Porque desde aquella lejana, lejanísima primera vez que nos vimos, quedó un delgado, finísimo, invisible hilo uniéndonos… un hilo que nada puede cortar, un hilo que atraviesa paredes, muros, montañas… un hilo indestructible que no soltaste, que no solté, y que al fin volvió a reunirnos para que la historia termine su retrato, tal vez poniendo un poco menos de tonalidad en la paleta, o distintos colores y brillos, pero retornando a los dos mismos protagonistas de muchas de las historias que siempre tienen un final,un final que puede ser bueno o malo pero que siempre esta hay esperandote a que en cualquiera de los segundos te despistes y llegue.Y creo que ese final llegó aun que duele,mucho.

ingenua,tonta e irreprocadamente ingenua

- ¿Qué te pasa?
Y que conteste:
- Lo que me pasa es que él no entiende...
Y ella insisto:
- ¿Qué te pasa a ti?
Y yo volvi a contestar:
- ¡Lo que me pasa es que él es muy imbecil!
Y ella sigo hasta el cansancio:
- Pero... que sientes tú, ¡¿qué te pasa a ti?!
 Y yo sin poder decir nada más rompí a llorar

Y es muy difícil que la persona hable de lo que le está pasando, de lo que está necesitando o sintiendo.

Y supe que era un niño, que no estaba preparado para todo eso a lo que la vida le retó, supe que aún le faltaba tropezar un par de veces, y también supe que nada podía hacer yo, que tenia que dejarle crecer, y que si la vida quería, en algún momento, valoraría lo que su espíritu infantil dejó marchar.
Es más la sed que el miedo al veneno